Hace poco escuché una entrevista con Naval Ravikant -reconocido inversionista ángel y una especie de filosofo práctico- donde explica una idea interesante que me resuena mucho sobre escoger qué juego jugar.
La vida esta hecha de juegos. Una gran cantidad de juegos.
Cuando somos niños empiezas a participar en el juego de la familia. Luego el juego del colegio y sacar buenas notas. El juego de obtener una novia o novio. Jugar a entrar a la universidad. El juego de ganar dinero, de casarte, de tener hijos. Tener una carrera, comprarte una casa, tener una casa en la playa. El juego de mantener relaciones profesionales, de vestirte bien, de presentarte de buena forma en sociedad.
Todos estos son juegos en nuestras vidas, juegos impuestos por la sociedad en que vivimos. Juegos multijugador ya que involucran a otras personas, aunque no nos demos cuenta en un principio. Juegos que nuestros padres, familia, amigos esperan que juguemos y juguemos por siempre. Cementados en nuestra opinión del mundo.
Las trampas
Son estos juegos la causa de nuestra ansiedad. De nuestra depresión. La causa de no sentirnos satisfechos. De sentir que algo falta. Sentir que nuestro amigo, familiar, compañero o conocido de Facebook, le está yendo mejor que a nosotros en alguno de estos juegos.
Y tenemos que participar de estos juegos. ¿Cómo no si es lo que siempre has pensado que hay que hacer? Los juegos de adultos están diseñados muy astutamente ya que puedes estar jugándolos infinitamente. Siempre hay altos y bajos, y siempre que logras algo como tener más dinero después tienes miedo de perderlo, o te comparas con alguien que tiene más.
Todos estos juegos tienen algún tipo de desventaja. Si estás mucho en el juego de conseguir hartas parejas, después tienes dramas, o terminas lastimando gente. El juego de comprar una casa, el momento que empiezas a vivir ahí te das cuenta que quieres más espacio, o el barrio no es el ideal, o esta repleto de gastos imprevistos. El juego de tener una carrera exitosa parece ser gratificante, hasta que te das cuenta que avanzar depende de la evaluación subjetiva de tu jefe o los juegos políticos dentro de la empresa.
¿Si todo es un juego, puedes ganarlos? Claro que si. Pero a medida que ganamos en algún juego, nos ponemos nuevos objetivos o comenzamos una variación de este juego. Disfrazamos esto como ambición o crecimiento, pero si el jugar en si mismo no te satisface o te causa felicidad, es el juego equivocado. Hay mucha gente que su juego es ganar dinero. Están siempre ganando más y más dinero, pero no parecen ser más felices por ello. Si logras obtener felicidad jugando en vez del resultado al ganar, genial, eso está bien. Elon Musk parece que la está pasando de lujo trabajando 100+ horas semanales. Pero si jugar te está haciendo miserable y continuas haciéndolo; si solo tienes una vida y no puedes ver más allá de este juego, entonces estás en una trampa.
¿Cómo podemos escapar estas trampas entonces?
Uno es darte cuenta que no querer algo es tan bueno como tenerlo.
Hay una historia sobre Sócrates donde lo llevan a un mercado en antigua Grecia lleno de objetos lujosos y productos finos de todo tipo, artículos de los más preciados de esa época. Ante tal vista, Sócrates dice: “Hay tantas cosas aquí que no necesito. Tantas cosas que no quiero.”
Eso es poder, autonomía. Eso es libertad. Esta es una persona que se encontró a sí mismo y no necesita nada fuera de él.
“La riqueza no consiste en tener grandes posesiones, sino en tener pocas necesidades” -Epictetus
¿Esto significa que debemos convertirnos en monjes y renunciar a todos los deseos como los budistas? Bueno sin duda es un camino. Los monjes escogen participar en muy pocos juegos, o incluso en ninguno, y viven de forma armoniosa, pacífica, contentos y felices.
Si bien hay mucho que aprender de los monjes budistas, no es necesario vivir como monje para alcanzar satisfacción y serenidad en nuestras vidas.
Estoy muy lejos de ser un monje, pero las cosas que he querido y he obtenido de una forma u otra, trato de ser cuidadoso de no querer más. No quiero ser millonario o famoso. No quiero probarme a mí mismo o a otros como profesional, pese a que mucho tiempo pensé que debía probar lo bueno que soy en mi trabajo. Tengo una limitada lista de cosas que deseo, si, pero son cosas que premeditadamente he decidido. Y tengo que ser muy cuidadoso de no tomar inconscientemente otro deseo, algo muy fácil en nuestra sociedad.
Todos estos son juegos. Y esta bien participar de alguno, estás en este planeta, viviendo y tratando de encontrar tu camino, aprovecha de jugar algo. Pero escoge cuidadosamente.
¿Cómo escoger el juego?
Identifica si el juego es multijugador o de un jugador. Los juegos multijugador son los que involucran las expectativas de la sociedad o de personas que influyen en tu vida. Todo lo que haces en este juego involucra a otras personas. Mientras que los juegos de un jugador toda la motivación es intrínseca. Aquí no importa lo que otros hagan, y la sociedad no tiene influencia.
Por ejemplo meditar. Al meditar solo importas tu, si te fijas en cómo meditan otros o llevas algún tipo de puntaje lo estás haciendo mal. Hay varios de estos juegos individuales, como el yoga o algún otro deporte o hobbie que te traiga tranquilidad. El aprender por la curiosidad misma más que por lograr ganar algún juego es otro ejemplo. Escoge cuidadosamente el juego.
El primer paso para escoger es identificar bien las razones por las cuales quieres jugar. Estás son a partir de tu propia motivación interna, sin influencia de nadie o nada, o sientes que es algo que debes hacer o que es lo normal.
Por ejemplo, si estás en el juego de la universidad, probablemente la raíz de esto venga de tus padres. Seguramente te dijeron una versión de “la educación es lo más importante”, de lo cual estoy muy de acuerdo, educación personal y aprendizaje continuo es clave para una buena vida. La pregunta es si la educación formal mediante un título universitario es lo más importante. Seguramente eso era verdad para los tiempos de nuestros padres, pero en la actualidad, un título universitario no te garantiza para nada un buen trabajo, y en la mayoría de las veces te deja con una deuda tremenda. Lo que está detrás del consejo de nuestros padres, creo yo, es que educación formal lleva a buen trabajo, estabilidad económica y finalmente una vida plena y feliz. Siento que esa línea lógica ya no se cumple.
Otro ejemplo es el juego de comprar una casa. “Es la mejor inversión” o “ante la adversidad siempre tendrás un lugar para llegar” son argumentos típicos. Bueno usualmente ante la adversidad, si dejas de pagar el crédito el banco bien puede quitarte la casa y quedar en nada. ¿Y sobre la inversión? Dejarlo en el mercado accionario usualmente arroja retornos mucho mayores al largo plazo. ¿Pero eso no es más riesgoso? Quizás, sin duda es más volátil. Pero la crisis en EEUU del 2008 muestra que bien podríamos estar en una burbuja inmobiliaria sin saberlo. Pero dejando eso de lado, basta que en el barrio de tu propiedad construyan una fábrica, o el metro se incendie o quien sabe que, para que el valor de esta baje considerablemente.
Quizás escojas el juego de tener hijos, mucha gente elige jugar eso. Pero cada vez más observo a padres que trabajan hasta tarde todos los días y los fin de semana se escapan a hacer otras cosas y poco y nada que ven a los niños.
No estoy diciendo que los juegos anteriores sean malos juegos a participar, simplemente identifica si la razón de jugarlos es intrínseco, es decir, viene de ti sin influencias externas, o viene de otra parte.
La pregunta es cuándo termina el juego
Cómo te sales del juego que elijas con tal de que no te atrapes jugando eso para siempre. Una forma es escoger tus juegos muy cuidadosamente. Te enfocas en el juego, lo ganas, y luego dices “estoy libre de él”. Siempre me recuerdo que cuando gano un juego es tiempo de dejarlo ir y ser libre de él. No estar inconscientemente redoblando el juego al compararme con mis vecinos y continuar aumentando niveles incesantemente hasta el día que muera.
Proyéctate al día de tu muerte. ¿Qué pensarías sobre este juego? Probablemente te digas algo como: ¿Hice todo ese trabajo para qué? Para nada de verdad significativo. Si no estás disfrutándolo, y ya ganaste el juego según la definición que tenías al momento de comenzar el juego, para y líbrate de él.
Por eso también es muy importante que cuando comiences un juego, definas bien claro que significa lograr la meta. Así una vez que la pases, sepas que ganaste y no quedes en la trampa de continuar jugando para siempre. Viviendo continuamente un futuro ansioso en vez de estar viviendo en el presente.
Define cuándo cierras el boliche
Isuzu Sakurada se inspiró en convertirse chef durante sus años adolescentes estudiando en un templo Zen. En sus veinte, como un chef joven, abrió un pequeño restaurant llamado Sakurada en un callejón de Kyoto con cuatro mesas y un total de diez sillas. Particularmente conocido por su dashi (caldo) además de otras recetas tradicionales japonesas, chefs jóvenes de todo el mundo viajaban a Kyoto para aprender de Sakurada. Se corrió la voz sobre sus creaciones, y un par de décadas después, Sakurada se convirtió en un restaurant Michelin de dos estrellas, poniéndose entre uno de los restaurantes más celebrados del mundo.
Pronto después de haber recibido sus estrellas Michelin, ante el shock de su personal, comunidad, y el mundo culinario, Sakurada anunció que cerraría su restaurant en cien días.
Irte mientras estás en la cima es una cosa, pero cerrar tu restaurant tan pronto después de obtener reconocimiento global es otra cosa. Foodies de todo el mundo peregrinaron para cenar en Sakurada antes que se acabe el tiempo. Sus patrones leales fueron por su última comida y se iban en llantos. Su anunció atrajo tanta fascinación que un documental fue filmado registrando el proceso de cerrar su restaurant. El documental termina con una escena de él sacando la tradicional bandera que los restaurantes tradicionales japoneses cuelgan sobre su puerta.
Es difícil ver a un hombre tan talentoso dejar su oficio de lado, pero él estaba profundamente satisfecho. Isuzu Sakurada ha obtenido tremendo respeto de su comunidad local y aclamación mundial de Michelin, lo que hizo que se sintiera lleno. Su decisión de cerrar su restaurante parecía ser el epítome de salirse en la cima, pero era más un resultado de estar encantado y satisfecho con todo lo que ha hecho que no necesitaba nada más de eso. Ahora quería pasar más tiempo con su familia y en la naturaleza.
No tienes que lograr el equivalente a un restaurant de dos estrellas, pero si saber el momento que quedas satisfecho. Tienes que saber cuando parar el juego. Date cuenta que ganaste y di que ya es suficiente. No más nuevos deseos inconscientes. Basta de renovar constantemente tu estilo de vida solo porque estás ganando más dinero. No dejes que tus expectativas cambien a medida que avanzas o estarás en esta rueda de hamster por siempre.
Game Over
En resumen:
- Identifica todos los juegos en los que participas o vas a entrar.
- Escoge cuidadosamente según razones internas y deja ir el resto.
- Define bien cuál es el criterio de satisfacción de cada juego.
Finalmente, nuestra vida es más corta de lo que pensamos. Si no estamos disfrutando el proceso -los juegos que dedicamos nuestra energía- entonces para qué es todo esto.
Muchas veces pasamos nuestros días enfocados en optimizar trabajos, relaciones, inversiones, competencias, etc. que finalmente no significan nada. Dejemos estos juegos y volvamos a lo que realmente es importante. Pero importante para ti y nadie más.