En el blog de Ematris publiqué un artículo sobre el ecosistema de inversión donde vimos que pese al gran ecosistema de emprendimiento que tenemos en el país, todavía tenemos trabas para llevar emprendimientos al siguiente nivel. A partir del artículo varias personas me preguntaron por qué llegamos a esta situación y por qué no hay tanta inversión ángel (inversión ángel a nivel mundial se le conoce a las inversiones a emprendimientos en etapa temprana por montos alrededor de los US$200 mil dólares). Tenemos inversión semilla a partir de numerosas incubadoras y otros programas de Corfo, y tenemos capital de riesgo (usualmente por sobre el millón de dólares), pero nada entre medio.
Veamos primero de donde vienen los inversionistas ángeles en ecosistemas como el de Estados Unidos. Allá los ángeles no sólo invierten en proyectos riesgosos que a ratos todavía no están vendiendo, sino que también prestan ayuda personalizada para el desarrollo del negocio. Por lo mismo los inversionistas ángel son usualmente ex-emprendedores que ya han pasado por situaciones similares y lograron hacer crecer su emprendimiento hasta el punto de vender parte o la totalidad de la empresa a otra empresa más grande, inversionista o en el mercado accionario, haciéndose a la vez de una buena cantidad de dinero. Estos inversionistas al tener un ecosistema con muchos ángeles similares, pueden reducir su riesgo al asociarse entre ellos para invertir en start-ups que prometan. De esta forma el emprendedor no sólo está recibiendo capital para crecer su negocio, sino que recibe asesoramiento de varias personas con vasta experiencia.
En Chile recién en los últimos años estamos viendo un par de estos inversionistas ángel, pero usualmente han sido grupos de empresarios o millonarios chilenos los que invierten. Y muchos de ellos han creado empresas desde cero, pero su realidad es muy distinta. Según Cristóbal Silva de Fen Ventures, generaciones previas han construido sus negocios a través de varias décadas sin asistencia del capital de riesgo, y no están acostumbrados a la trepidante cultura de start-ups, intensivos en capital. Si bien saben mucho de negocios y grandes empresas, tienen problemas en entender start-ups emergentes que están lejos de vender a gran escala. Entonces la pregunta está en ¿Por qué no hay más de estos ex-emprendedores con dinero para ayudar start-ups jóvenes? En gran parte creo que se debe a que en Latinoamérica se producen muy pocas adquisiciones de start-ups. Ser adquirido es la forma más rápida en que los fundadores de un start-up se hacen de dinero. Si no son adquiridos, fundadores deben trabajar en hacer crecer sus empresas a través de muchos años antes de tener capital disponible para invertir.
Entonces ¿qué hacemos en un mundo sin ángeles?
Cómo mencioné en mi artículo anterior, he observado que las incubadoras se están posicionando como aceleradoras que reemplazan a los inversionistas ángel, de esta forma captan a emprendimientos que están vendiendo y los preparan a estar en posición de recibir inversión de fondos de capital de riesgo. Encuentro que esta es una evolución natural y razonable para que las incubadoras puedan ser solventes en el tiempo. El tema va con los cientos de emprendimientos que no están suficientemente maduros para entrar a una aceleradora.
Las etapas básicas que tiene un start-up tecnológico son básicamente una etapa de concepto, que pasa luego al de experimentación y testeo, luego una etapa de ventas y finalmente crecimiento. Usualmente un emprendimiento en una incubadora en Chile está en etapa de ventas los que tienen que llegar a tener una buena cantidad de ventas recurrentes para recibir capital de riesgo y expandirse.
Sin embargo, constantemente estamos viendo cómo llegan cientos de emprendedores postulando a incubadoras y aceleradoras pero llegan sin validación de su modelo de negocios. Entonces claramente éstos rebotan; los más obstinados pasan a presentar el mismo concepto al siguiente concurso que haya mientras que muchos más dejan botado su emprendimiento. Esto se debe, porque creo que no tenemos estructura de apoyo sistemático para que emprendimientos en etapa de concepto pasen por una etapa de testeo disciplinado. Tenemos muy buenos espacios para esto como es el caso de Start-Up Chile, pero sus criterios de clasificación están orientados para el intercambio internacional. Por otro lado tenemos unos cuantos bootcamps y hackatones a lo largo del año para que emprendedores validen conceptos, pero en un fin de semana no es mucho lo que se alcanza a validar y usualmente los equipos se disuelven.
Start-ups que validan sus negocios y empiezan a vender usualmente pueden recibir capital semilla en incubadoras (SSAF) o algún otro tipo de fondo de aceleramiento que ronda los US$100 mil dólares. Si al emprendimiento le va bien, aumenta sus ventas y desea capital para expandirse en la región, puede recibir inversión de riesgo que usualmente parte en US$1 millón de dólares. Estas transiciones están relativamente establecidas en Chile, pero ¿dónde está la infraestructura para que emprendedores en concepto pasen a testear?
Es mi hipótesis que necesitamos un acompañamiento adecuado para que emprendedores puedan validar sus conceptos de forma disciplinada. Cierto, por un lado tenemos ciertos fondos estatales pequeños de fácil acceso, pero muchas veces están orientadas a microempresas más tradicionales y apoyo limitado para su desarrollo. También tenemos una buena cantidad de cursos y programas de emprendimiento, pero los resultados son vagos y desenfocados.
Una posible solución puede ser incluir espacios, que pueden ser los mismos espacios de trabajo colaborativo que salen cada día (co-work), junto a programas de muchos mentores que apoyen día a día a los emprendedores. Esto puede ir con pequeños fondos estatales de uno o dos millones de pesos para entrar a estos espacios además de adquirir algunos servicios vitales para esta etapa. Si no brindamos apoyo constante a emprendedores principiantes para que validen e iteren sus negocios, start-ups seguirán perdiendo una gran cantidad de tiempo y dinero en actividades y tareas no críticas para su negocio.
Necesitamos estos ambientes de experimentación constante con personas que los guíen que realmente saben de desarrollo de clientes para que emprendedores puedan validar conceptos y puedan llegar a negocios que venden. Así pueden tener la libre elección de crecer a partir de sus propias ventas o recibir capital semilla e ingresar a una aceleradora. Si no, vamos a seguir con emprendimientos que vuelcan todas sus esperanzas en entrar a una incubadora para poder hacer sus negocios sin tener un plan alternativo.
Artículo publicado originalmente en Blog de Ematris