¿A quién le crees?

En nuestra vida, trabajo o negocio tenemos que constantemente tomar decisiones. La mayoría de estas decisiones son del día a día, algunas triviales y otras que pueden ser relevantes. Pero de vez en cuando nos encontramos en la posición de tomar decisiones de suma importancia, que van a bifurcar nuestro camino futuro. En el largo plazo, solo tú eres capaz de discernir cuál es la mejor decisión para tu realidad. Es tu responsabilidad identificar el mejor camino para tus circunstancias. Sin embargo, cuando no se tiene suficiente conocimiento y experiencia en el ámbito, tendemos a pedir consejo de otros. Es un componente clave del proceso de toma de decisiones; informarte correctamente.

¿A quién le consultas entonces?

Si tienes una persona confiable a quien pedirle consejo seguramente hablas con ella y a partir de eso decides seguir o no la recomendación y lo dejas ahí. Pero otras situaciones -especialmente si eres el fundador de un startup- tienes muchas opciones de las cuales elegir. Puede que tengas un mentor o una persona que recurrentemente le pides consejos. Quizás estas en una incubadora o aceleradora, donde el director, el ejecutivo y/o el portfolio manager entregan su opinión. Pero probablemente también asistes a charlas y talleres con expertos, o participas de sesiones de mentoring rápido. Quizás te reúnes con inversionistas o incluso tienes un directorio formado que no se puede poner de acuerdo.

Cada una de estas personas aportó con un consejo a tu problemática. Cada una tiene su propio merito, pero finalmente, ¿cuál consejo sigues? Aquí es donde te encuentras en un aprieto.

La mayoría de nosotros cae en un grave error: seguir el consejo de la persona que opina algo similar a lo que ya pensamos.

Desde un punto de vista puede que sea razonable. A fin de cuentas, ¿quién sabe más del negocio que el propio fundador y CEO? Pero si ese es el caso ¿por qué estás pidiendo consejo en primera instancia? ¿Para reafirmar tus creencias?

Sesgo de Confirmación

“The first principle is that you must not fool yourself and you are the easiest person to fool”

–Richard Feynman

Lo anterior es conocido como sesgo de confirmación, que es la tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recordar información de una manera que confirme nuestras creencias o hipótesis preexistentes. Es un tipo de sesgo cognitivo y un error sistemático del razonamiento inductivo que nos afecta a todos en algún momento.

Mostramos este sesgo cuando recogemos o recordamos información selectivamente, o cuando la interpretamos ignorando elementos con tal que se acomodé a nuestra narrativa existente. El sesgo de confirmación es usualmente inconsciente para nosotros; no es que intencionalmente queramos ignorar lo que difiere con lo que pensamos, es cómo estamos programados. Este sesgo es más fuerte en asuntos emocionalmente cargados y con creencias profundamente arraigadas, como muchas veces es posición política, religión y personalidades.

Evitar este sesgo cognitivo no es fácil, pero una forma de lograrlo es manteniendo una mente abierta. Ray Dalio, fundador de Bridgewater, sostiene que en una organización donde priman las mejores ideas -en vez de las más populares o las provenientes de figuras de poder- las personas tienen que mantener una mente radicalmente abierta.

Aprender es el producto de un continuo ciclo de retroalimentación en tiempo real en donde tomamos decisiones, vemos los resultados, y mejoramos nuestro entendimiento de la realidad como resultado. Ser radicalmente abierto de mente aumenta la eficiencia de esos ciclos de retroalimentación, ya que no hay barreras que filtren la información que va de un lado a otro. Mientras más abierto de mente seas, es menos probable que te engañes a ti mismo, y más probable que otros te van a dar un feedback honesto. Si son gente creíble -y es muy importante conocer quien es creíble-, vas a aprender mucho de ellos.

¿Cómo identificamos gente creíble?

Es mucho mejor considerar opiniones de los tomadores de decisiones más capaces en vez de los menos capaces. Las personas más capaces en un ámbito de acción son las más creíbles en esa área.

¿Cómo determinas quién es capaz en qué? Las opiniones más creíbles son de la gente que tiene suficiente experiencia en el ámbito y es capaz de argumentarlo satisfactoriamente. El nivel de la experiencia y argumentación es su credibilidad.

Si bien la experiencia por si sola es valorada, esto no es suficiente. Una persona puede tener años de experiencia en un ámbito, pero si nunca se cuestionó la forma en que lo ha hecho, o ha tratado de identificar por qué lo que hizo funcionó en vez de otras alternativas, corremos riesgo que sus logros son función de la suerte o inercia y por lo tanto poco útiles a nuestros objetivos. Podemos tener a mil monos lanzando mil monedas al aire consecutivamente, ¿vamos a escuchar al mono que obtuvo cara mil veces e inventó una historia de cómo lo logró? Además, una persona que no entiende a cabalidad por qué el método o conocimiento que usa funciona, no es capaz de discernir si es aplicable a otra situación en específico.

Por otro lado, alguien puede tener una teoría robusta con una gran capacidad de argumentar el funcionamiento. Sin embargo, ¿cómo podemos deducir la verdad detrás si no hay un sustento en la realidad entregado por la experiencia?

Por eso, al momento de pedir consejos determina la credibilidad de las personas con tal de obtener la probabilidad que sus opiniones son buenas. Si bien es de suma importancia mantener siempre una mente abierta, tienes que ser capaz de discernir entre un buen consejo y uno malo. La mejor forma de tomar buenas decisiones es saber cómo triangular con otra gente con más conocimientos.

El dilema que enfrentas es tratar de entender lo más preciso posible que es verdad con tal de tomar decisiones efectivas. Te darás cuenta que muchas de las opiniones que escuchas no van a tener mucho peso, incluidas las tuyas. Piensa la credibilidad de las personas como una función de sus capacidades y su voluntad de decir lo que piensan, y mantén su historial de aciertos en mente, o mejor aun, en una planilla.

Experiencia

En mi opinión hay distintos tipos de experiencia que las personas van acumulando. Unas más útiles que otras dependiendo del contexto.

Experiencia directa: La persona tiene experiencia directa en el ámbito porque lo vivió, ejecutó y/o desarrolló de forma exitosa. Hay que entender el nivel de complejidad de lo que se trata la experiencia. Si la experiencia es un procedimiento estándar, como por ejemplo cómo emitir una factura, no necesitamos mayor profundidad de experiencia en ello. Pero si hablamos de conceptos más complejos como desarrollo de estrategia en un nuevo mercado o diseño de productos innovador, ahí es necesario tener más puntos de data. Múltiples experiencias exitosas y fallidas son mucho más enriquecedor que un solo éxito, y un par de fracasos es mucho más valioso que alguien que nunca lo ha intentado.

Experiencia indirecta: La persona tiene experiencia ayudando, acompañando o aconsejando a otros en situación similar. Si lo ha hecho una sola vez y de forma tangencial no es muy útil. Aquí lo que pesa es: (1) cercanía con la toma de decisión, es decir, que tuvo influencia en cómo se diagnosticó y desarrolló el asunto; y (2) cantidad de veces que ha pasado por ese proceso, al menos lo suficiente para formar patrones.

Experiencia ajena: La persona ha absorbido experiencias de otros. Esto puede venir de diferentes fuentes, como a través de un mentor que tuvo o alguien con más experiencia que le transmitió esas enseñanzas. Pero también puede ser porque lo lee en libros, biografías y artículos escrito por personas renombradas en el ámbito. Si bien este tipo de experiencia no es de mucho peso por si mismo, sirve para enriquecer puntos de vista y contrastar distintas realidades. Esto es de especial valor cuando nos encontramos en ámbitos donde localmente no se tiene mucha experiencia comparado a lo que se hace a nivel internacional.

Argumentación

Esta es la capacidad que tiene la persona de explicar y fundamentar su opinión bajo un criterio lógico claro. Puedes tener amplia experiencia en un ámbito, pero si no eres capaz de explicar por qué lo que haces funciona, entonces dificulta que otros puedan adaptarlo.

Razonamiento: La persona es capaz de razonar y argumentar la solución a seguir de forma lógica. La calidad de su consejo va a depender de los supuestos que tome y la línea lógica del argumento. Si es capaz de formar un argumento desde una base que nadie cuestiona -desde un principio básico- entonces la opinión es más fuerte. Una argumentación sólida es señal que la persona se ha tomado el tiempo de reflexionar sobre el tema, en contraste de los que repiten ciegamente ideas de otros.

Teoría: La persona estudió sobre el tema en la universidad y/o es seguidor del área de conocimiento asociado. Sirve bastante bien si es conocimiento técnico con un procedimiento claro, pero cuando son temas más conceptuales o de carácter estratégico deja de ser tan directo. Un argumento sustentado por estudios y data externa es útil y complementa la opinión. Sin embargo, he observado que muchas veces las personas siguen ciegamente la teoría -usualmente adoptada durante la universidad- lo que les impide aceptar otras realidades. Si bien las ciencias duras como física y química tienen un fuerte sustento, no hay teoría infalible. Esto pasa especialmente en ciencias sociales como la economía o los negocios, donde hay pocos elementos donde hay un consenso académico.  Por eso, por muy sustentada por expertos que esté la teoría, y si no se mantiene bajo un punto de vista crítico puede llevar a muchos errores.

La persona con mayor credibilidad en un tema, es la que puede integrar todos los elementos anteriores de forma satisfactoria. Ahora, no es fácil encontrarnos con mentores o guías que tengan todos estos elementos por lo que tenemos que ser capaces de evaluar que tanto cumple los criterios establecidos.

Puede que nos encontremos con alguien que tiene una muy buena experiencia, por ejemplo, ha emprendido exitosamente tres veces durante 10 años y ha ayudado a varios otros emprendedores. Su experiencia es tal que entrega consejos específicos de lo que le ha funcionado a otros fundadores, sin embargo, no es capaz de argumentar por qué esto funciona. Si no hay una razón clara del funcionamiento de esto nos entran varias dudas.

En el fondo la persona que aconseja tiene que sumar credibilidad a partir de estos factores. Personalmente no encuentro que haya un tipo de perfil mejor para toda situación, si no que va a depender del caso. De todas formas, si la persona logra sumar varias o todas las aristas su credibilidad aumenta bastante.

La próxima vez que te encuentres pidiendo consejos a diferentes personas toma en cuenta estos factores. Triangula las diferencias opiniones identificando que puntos son más fuertes de cada persona. Finalmente, esto es tan solo una heurística. Nada te va a asegurar tomar una decisión correcta, pero lo importante es aprender del proceso. La única forma de tomar mejores decisiones a largo plazo es aprendiendo de nuestras decisiones, tanto las que resultan en fracasos como también las que resultan exitosas.

Fuente imagen: Pixabay

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