Ayer estaba escuchando un podcast con Guy Raz, el creador del famoso programa How I Built This. Me gustó mucho cuando empezó a hablar de lo afortunado que era en su trabajo ya que le permitía aprender de muchas personas distintas. El describe: “…siempre busco que mis puntos de vista cambien… que suerte saber que cualquier día mi mundo entero podría volar en pedazos”. Encontré refrescante la importancia de estar abierto a que tu forma de ver el mundo y tus convicciones cambien.
Siempre me he preguntado por qué algunas personas consideran que es negativo cambiar de opinión. ¿Consideran que es un síntoma de inseguridad o indecisión? Por ejemplo cuando un político cambia de opinión sobre alguna política o proyecto de ley respecto a lo que pensaba años atrás, le caen las penas del infierno. Que se dio vuelta la chaqueta, que es un hipócrita, que se contradice a si mismo. Obviamente hay situaciones que la crítica si corresponde, cuando alguien cambia radicalmente sus valores o dice algo por oportunista buscando encajar con lo popular.
Al contrario, cuando una persona cambia de opinión lo veo como una alta señal de inteligencia. No cambiar de opinión al azar, sino cuando a alguien se le presenta información nueva que contradice la información que tenía anteriormente, es capaz de modificar su punto de vista.
¿Cómo se forman opiniones?
Nuestras opiniones son construidas de muchas formas. Hay veces que formamos una opinión a través de hechos objetivos que aprendemos durante los años. Deliberadamente aprendiendo y revisando información disponible. Lamentablemente creo que esa forma es la menos frecuente que usan las personas para formarse una opinión.
Lo más probable es que las opiniones se forman a partir de la influencia de personas importantes en nuestras vidas desde la niñez. Nuestros padres, familiares, amigos, profesores, etc. Y hoy en día también youtubers, instagram influencers y quién sabe qué más. Usualmente solo repetimos opiniones y formas de pensar de estos pocos que nos influenciaron en su momento y la adoptamos como nuestra.
A priori esto no es necesariamente malo. A fin de cuentas es inevitable.
El asunto es que esta forma de pensar queda programada en nuestras vidas, por lo que todo nuevo hecho o información que obtenemos se filtra por nuestra forma de ver el mundo. Algunos le dicen paradigmas, otros dicen que son patrones. También se le dice mindset o las historias que nos contamos a nosotros mismos. Escoge el termino que prefieras, si bien probablemente tienen su diferenciación, todos llegan a lo mismo. Lo importante es que estas formas de pensar pasan a ser parte de nosotros, parte de nuestra persona incluso, muy ligado a nuestros valores.
Es por esto que vemos gente con opiniones tan fuertes que pueden llegar a pelear y odiar a otros por lo diferente que son sus convicciones. Más aun hoy en día que parecemos estar cada vez más polarizados. Estas formas de pensar están tan inmiscuidas en nosotros, que admitir un error o cambiar de postura es negar una parte de nuestra persona. Por eso es tan complicado que una persona cambie su color político o su religión.
La importancia de tus opiniones
Ahora, estos patrones de pensamiento que tenemos, que filtran nuestro mundo, no solo aplica a los grandes temas de conflicto como política, religión, identidad o relaciones humanas. También influyen en todo tipo de opiniones en nuestro trabajo, en nuestras relaciones de pareja, o amistades. Hay todo tipo de juicios y una de las mayores diferenciaciones entre estas es qué tanto nos importan los temas que se basa la opinión.
En un extremo tenemos todas las temáticas que realmente no nos importa nada. Mientras que al otro lado están los temas que son de gran peso en nuestras vidas, donde en algunos casos que incluso dedicamos o damos nuestra vida a aquello. Obviamente, la gran mayoría de nuestra vida se encuentra en algún punto entre estos dos extremos. Así, podemos empezar a mapear nuestras opiniones en el espectro de qué tanto nos importa.
Pero mapear opiniones en un eje creo que deja mucho afuera. Un segundo eje enriquece mejor esto.
Así además del eje de importancia tenemos el eje de qué tan convencidos estamos. Considerar que convicción proviene en su etimología del vocablo latino “convictĭonis” y alude a sentirse dueño de una verdad, estar seguro de algún conocimiento, independientemente de ello sea verdad. Podemos tener una convicción absoluta sobre ciertos temas y en algunos otros probablemente ni siquiera nos lo hemos preguntado. Si tiramos al extremo la combinación de estos ejes, podemos tener 4 perfiles de comportamiento.
Tercos: En el cuadrante superior izquierdo tenemos a los Tercos, las típicas personas que tienen opiniones tajantes sobre todo tipo de tema, donde la mayoría son cosas que ni siquiera les importa. Para los Tercos, si es de importancia o no es irrelevante, solo quieren tener la razón y ganar discusiones para sentirse bien consigo mismos. Probablemente todos hemos conocido algunos Tercos por ahí. Un perfil más moderado en este cuadrante estarían los Opinólogos, en el sentido que son personas que tienen y comparten opiniones sobre todo, aunque no les importe.
Dogmáticos: En el cuadrante que le sigue están los Dogmáticos, aquellos que tienen una profunda convicción en temas que son de mucha importancia en sus vidas. Usualmente pondríamos aquí a los religiosos extremos o algunos perfiles políticos, pero también se pueden dar en otros temas, recordemos que la importancia la da la persona y es subjetiva. Hay muchas personas que son Dogmáticas sobre cuál es el mejor equipo de futbol, mientras que a la mayoría de la población no le importa. Una posición más moderada de esto serían los Estudiosos, a falta de un mejor término. Con Estudioso me refiero a alguien que le ha dedicado tiempo a cultivar su opinión hasta estar cerca del convencimiento, independiente cómo llegó a esto.
Marginados: Abajo a la izquierda tenemos a los Marginados. Son aquellos que no les importan la mayoría de las cosas y a la vez no tienen opiniones formadas. Les digo Marginados ya que se abstraen del resto de la población y no tienen convicciones propias. Alguien que no le importa nada ni aparenta importarle como lo hacen los tercos, difícilmente puede vivir en sociedad. Una postura más centrada de este cuadrante serían los Despreocupados, que no le toman demasiado peso a lo que la mayoría le agobia y no se hacen problema en tener una opinión elaborada.
Socráticos: Por último están los Socráticos, término obviamente obtenido a partir de la práctica de Sócrates de asumir completa ignorancia y a partir de preguntas ir dilucidando temas de gran importancia. En términos prácticos son personas que en aspectos de gran importancia en sus vidas todavía no saben cuál es su convicción. O quizás tienen una opinión pero les interesa ponerla en duda constantemente. Podríamos también considerar este cuadrante como los escépticos, que dudan de todo primero que nada antes de formarse una opinión. Un perfil más al centro serían los Aprendices, aquellos que no tienen una opinión porque están formándose en la temática.
Obviamente, no existe gente que habite constantemente en sólo uno de los cuatro cuadrantes, sino que son una amalgama de todos. Hay opiniones que tienes que son dogmáticas o bien estudiadas, mientras otras quizás te marginas.
Yo, por ejemplo, en identidad política soy de base liberal y considero que es la mejor base política a partir de muchos años buscando mi camino. Por eso esa posición está en el cuadrante Dogmático, ya que no veo cómo en algún momento me pueda convertir en comunista o en conservador, aunque si estoy dispuesto a eventualmente revisarlo. Sin embargo, al considerar posturas sobre políticas específicas o proyectos, ahí mi opinión entra completamente en los Socráticos, ya que es propio del liberalismo respetar y considerar toda opinión, y a partir de eso decidir lo mejor. Por eso es muy común que liberales se alíen en algunos temas con socialistas y en otros con conservadores.
Tus opiniones clasificadas
¿Entonces cómo usamos esta herramienta? Un primer paso es ser bien francos y tratar de mapear nuestras opiniones. Obviamente no todas ya que es imposible, pero si trata de mapear las que se te vengan a la cabeza ya que pueden ser representativas de otras similares. Como mencioné antes, es normal tener opiniones distribuidas en todos los cuadrantes.
¿Hay uno mejor que el otro? Bueno trataría de evitar el cuadrante de los Tercos, aunque esta bien tener un poco de Opinólogo para poder llevar conversaciones casuales en el día a día. Creo que hay valor en posicionar conscientemente opiniones en el cuadrante de los Marginados ya que podemos desprendernos de mucho peso. Hace mucho que dejé ahí mi opinión sobre equipos de futbol y farándula y no he mirado atrás.
¿Y los cuadrantes de temas importantes?
El título de Dogmático es engañador, y no se me ocurrió un mejor nombre, pero el que una persona tenga convicciones muy fuertes no significa que sea dogmático en el común uso de la palabra. Esto lo desarrollo en la próxima sección.
Socrático es probablemente de los mejores cuadrantes para vivir habitualmente (en mi opinión). Sin embargo, a menos que seas un filosofo griego en Atenas es poco probable que puedas vivir una vida así todo el tiempo. Para funcionar necesitamos algunas convicciones, si no estamos a la deriva constantemente.
Inteligencia es adaptabilidad
A partir de los que vimos anteriormente, una alta señal de inteligencia es nuestra capacidad no de estar en un cuadrante u otro, si no que nuestras opiniones son móviles. Cuando tus opiniones se han mantenido en la misma posición desde que eras un infante, significa que nunca te adaptaste o te desarrollaste como persona. Aun así, la mayoría de las personas deja opiniones intacta en una posición después del colegio o universidad, y nunca toma consciencia de ello. No es necesario que todas tus opiniones se muevan en el tiempo, pero si ante nueva información y experiencias que vamos adquiriendo, tu forma de pensar se mantiene intacta, estamos en problemas.
Puedes mover una opinión desde el cuadrante de los Tercos al de los Marginados, como hice con el tema de futbol y farándula. Quizás una persona importante en tu vida pero que la relación se deterioró en el tiempo te ha dejado pensando en cómo la consideras actualmente. Puedes estar como un socrático viendo señas de que la relación vuelva como era antes, ansioso en tu opinión de esa persona, o puedes moverla al cuadrante de los marginados al restarle importancia. Quizás estás en un trabajo nuevo donde tus colegas todos hablan de temas que nunca te han interesado, y para poder entrar y socializar con ellos tengas que mover ciertas opiniones al cuadrante de los Tercos (procurando quedarse centrado en los opinólogos más que un extremo).
Pero quizás el movimiento más importante es el de las opiniones que se mueven entre Dogmáticos y Socráticos, ya que esta es la forma que podemos efectivamente cambiar nuestra opinión. ¿Por qué muestra inteligencia en una persona la capacidad de cambiar de opinión en temas importantes? Porque esta persona es capaz de separar por un momento todas sus convicciones preconcebidas sobre el tema, y aceptar nuevos hechos cuando salen a la luz. Es lo que decimos tener una mente abierta. Ray Dalio considera que el principio más importante que aplica en su vida y trabajo es mantener una mente radicalmente abierta. No amarrarnos a nuestras convicciones, sino que siempre preguntarnos, ¿no estaré equivocado? ¿si asumimos que estoy equivocado, que otras opciones hay?
Opiniones fuertes, débilmente retenidas
Es conocida la habilidad que tenía Steve Jobs de cambiar radicalmente de opinión cuando una mejor solución se presentaba. No se quedaba estancado con un modo operativo solo porque es lo que funcionaba hasta ahora. El famosamente tenía opiniones muy fuertes, pero era capaz de separarse de ellas. Así Steve era la personificación de la frase “Opiniones fuertes, débilmente retenidas” (Strong Opinions, Weakly Held). Hay un framework desarrollado por el profesor de Stanford Paul Saffo a partir de ello. Su proceso es el siguiente:
“Permite que tu intuición te guíe a una conclusión, sin importar cuán imperfecta sea, esta es la parte de la ‘opinión fuerte’. Entonces, y esta es la parte ‘débilmente retenida’, demuestra que está equivocada. Sumérgete en duda creativa. Busca información que no encaje o indicadores que apunten en una dirección completamente diferente. Con el tiempo, tu intuición se activará y surgirá una nueva hipótesis de entre los escombros, lista para ser destrozada sin piedad una vez más. Te sorprenderá de la rapidez con la que la secuencia de predicciones erróneas te proporcionará un resultado útil “.
Los que tienen formación científica conocen este proceso a cabalidad, ya que un buen científico tiene que siempre buscar cómo su hipótesis está equivocada. Pero llevarlo a nuestros procesos del día a día es un poco menos directo.
Fíjate que el concepto de “opiniones fuertes, débilmente retenidas” es exactamente cuando tenemos una opinión en el cuadrante dogmático, pero somos capaces de rápidamente llevarlo a los socráticos cuando amerita, así estamos siempre en flujo entre los dos cuadrantes.
Tener una opinión fuerte es fácil hoy en día, todo el mundo tiene una opinión aunque probablemente no sepa nada. Quieres activamente ver si estás equivocado buscando pruebas que refuten tu opinión. Rodéate de personas que se atrevan a estar en desacuerdo contigo y sacarán a la luz esta evidencia que te refute y desafíe tu pensamiento. Esto te permitirá poner a prueba tu opinión para continuar iterando tu hipótesis. Lo importante aquí es que no debes aferrarte demasiado a tu opinión. De lo contrario, no podrás cambiar tu hipótesis por una mejor a medida que reúnas nuevas pruebas contradictorias. Por lo tanto, debes estar dispuesto a cambiar de opinión, y de hipótesis, a medida que te encuentres con pruebas que lo echen a piso. Tus opiniones fuertes deben ser débilmente retenidas.
Así que nuevamente te pregunto, ¿qué tan seguido cambias de opinión?